viernes, 23 de mayo de 2008

EL MILAGRO DE EXISTIR





Eliminé la larga lista de teléfonos celulares de mi agenda, sobre todo la de los masculinos prospectos. Luego de imaginarme el cuerpo de Alex sobre el mío, no pude pensar en otro más que pudiera ocupar mi pensamiento diario.

Mi mejor amiga Inés me dijo que exageraba, que tampoco era para borrarlos a todos… -al menos le hubiera pasado el número de algún chico guapo con dinero-. Luis me dijo que Alex mi “enamorado nro. 25”, se veía distinto a los demás, al menos tenía sus metas claras. Los amigos suelen ser muy crueles a veces, ironizan todo lo que pisan y observan, pero la culpa era mía pues los tuve acostumbrados a frecuentes cambios de ánimo, de distintos estados sentimentales que hacían que la larga fila de prospectos frustrados fuera cada vez más grande. Ya mis cuentos amorosos, aunque por mi manera de contarlos tan "divertida y dramática", no les aburrían, llegué a pensar que ya no creían en mí. Era como un alcohólico diciendo que esta vez dejaría la bebida por sus hijos, por la vida y por Dios: Nadie le creía. Además yo era como el borracho que anima la fiesta- “para que vas a dejarla, nos diviertes cuando estás en ese estado”. Les divertía verme romper con uno y cuando empezaba el siguiente, comenzaba a relatar el sinfín de defectos que tenía el que dejé y este nuevo amor no tenía.

Pero cómo haría para hacerles ver que sí, que Alex era el que yo quería para toda la vida. Y una noche comenzamos a comparar. Chacho tenía un pésimo aliento aunque era muy adinerado y no escatimaba en darme todo lo que pedía. Sebastián era muy cruel con todas las mujeres, no llegamos a tener sexo, pero me divertía con los cuentos de sus amantes. Ricardo era encantador, pero sabíamos todos que era mitómano y besaba bien. Federico quería boda, hijos, gatos y casa en la playa... pero resultó ser gay: me vi en medio de muchos hijos, animales, una enorme casa, dialogándome sobre su condición sexual después de años de casados y luego a mis espaldas contándole a esos amigos de él cómo salió del closet y su esposa – osea, yo, la gran estúpida- había aceptado de mil amores su nueva vida. No, mil veces no. Terminé con él de forma amable y aunque se molestó conmigo, meses después lo vi en una marcha con una banderita con los colores del arco iris.


-Eso pasa- me decía Cecilia- fíjate este dramaturgo gay y su bella esposa (también gay). Ellos son felices así, se aman y cada quien en lo suyo- Yo no quería eso y se lo dije cansadas veces a mi amiga Amanda, una mujer conforme de la vida y con su matrimonio que no servía para nada, pero que le daba mucho dinero… tenía muchos euros en Suiza, con dos tiendas en Madrid, una de ropa y otra de comida latinoamericana. Cualquiera, no?

Es increíble cómo una mujer pasa por una retahíla de situaciones, experimenta toda clase de sentimientos que van desde el creído amor -este que tiene a juro que ser el definitivo por que se hartó de esa primera semana de gloria que luego se convertiría en un martirio de lo aburrido, de preparar el bendito pasticho "atrapa suegra", su única especialidad y pare usted de contar la cantidad de cosas fastidiosas que uno experimenta, hace de manera estúpida y en estado de embobamiento absoluto- hasta llegar al odio y el asco, para conocer precisamente al hombre de su vida.

Yo le reclamo eso a mi mamá.

En los tiempos de la abuela, era ése quien pasaba frente a la ventana con cara de "voy por ti, pero aun no sé si por tu hermana Aleida que es más jovencita", ése era con quien ellas se casaban. Y como no sabían nada de nada, vivían toda la vida con el marido que fue el primero que se atrevió a mandarle una cartita con Rigoberta, la alcahueta. Con él, mi abuela y las demás abuelitas aprendieron lo que debieron saber. Se colocaban (si acaso) la sabanita con el agujerito bordado a la altura de la entrepierna, “porque ya era hora de tener el varón” y por supuesto, las abuelas sin saber qué era eso de mojarse, se disponían a complacer el marido. Recordando que la luna de miel fue un asco, pero bueno así es el sexo de feo, doloroso, todo en la vida es dolor. Pero estoy segura que alguna vez, lo habrán disfrutado aunque sea con el mismo de hace 30 años. DIOS MIO!

Y por qué reclamo a mi mamá? Pues, ella muy moderna, me dijo de adolescente. "Mija no se case sin velo": Imitando el tono de abuelita. Me decía: "...debes probarlo antes de saber, no vaya a ser que te pase como a Diana Esther Lujan, esa que era gochita y era bien bonita, que se casó con un tipo bellísimo, español y bueno… ella nos dijo ese era el hombre de su vida! y no sabes que cuando tuvieron sexo por primera vez... ya casados... ella, señorita por supuesto... cuando le vio el miembro, apestaba de lo desaseado, al parecer el tipo no le enseñó su mamá como lavarse la cuestión... te imaginas eso lleno de..."- Mamá no sigas, ya te entendí- y le entendí tanto que empecé a revisarlos a todos. E incluso ya unas amigas y yo éramos expertas en la materia y no sólo exigíamos salubridad, sino que nos volvimos más ambiciosas…si no tenía más de 20 cm, no aceptábamos a nadie. Irina se volvió tan descarada que ya ni los tanteaba, solo les preguntaba y si no cumplía con el nivel, simplemente lo descartaba. Abominable!!!

Uno se vuelve mecánica, y hasta de rameras podemos ser uno catalogadas, por tantos tipos en la vida que han pasado por nuestras narices. A no ser por el filósofo que se congració con la sociedad: Ricardo Arjona, que dijo que no le importaba si habíamos llevado más leña que nuestra abuelita santa y que sería él nuestra graduación (o el máster querido!, si te refieres a Martica la amiga mía del piso de arriba) En fin. Gracias a esa canción del afamado cantante, muchos hombres se dejaron de tanta ridiculez y ya asumieron que no encontrarán una chica virgen para que sea su esposa, a menos que se la compren a un árabe y la críen desde niña. Más bien el hombre se ha vuelto exigente, ahora no sólo la mujer debe ser un chef que cocine como Sumito o Narda Lepes, y ser más pana que su amigo del colegio, amiga de sus amigas, sino debe ser la actriz porno más atrevida del mundo. Cosa que es tan obligatoria, como en los tiempos de mi abuela lo era saber coser, bordar y poner la mesa en su santo lugar.
Con Alex, pasó mucho de esto. Es un hombre que decidió venir a mi vida y borrarme el pasado. Pasé muchos días pensando cuál sería su defecto más notorio. Todos eran perfectos hasta la segunda semana o al mes si corría con suerte. Pues señores, no creo en príncipes de ningún color. Y más aún si yo misma no soy princesa. Yo sería en ese caso la cortesana del palacio que distrae al Rey con sus maromas y se cree la artista de la corte. Soy un alma libre. Y eso se lo aclaré desde el principio. Aunque pensándolo bien me gusta la idea de ser prisionera de sus encantos y su vida. Después de estar tanto tiempo abandonada la idea que se ocupen de mí los 365 días del año, resulta fascinante.
Ya no me preocupa que mis amigos no me crean, yo por mi parte no les cuento nada de lo que hago con él, que es demasiado. Ellos se me quedan viendo el rostro y me dicen- no nos cuentes nada, ya sabemos todo por tu mirada- No sabemos si este será el definitivo, jamás lo sabré si me empeño en descifrarlo. Mis amigos, no me reprochan la idea que me haya vuelto más aburrida para ellos, más bien me lo agradecen, pues en el fondo ellos querían lo mejor para mí. Sin conocerlo, ellos saben que Alex y yo vibramos en una buena onda. Sin conocerlo ya lo quieren y más porque no me he ocupado de presentárselos para buscar aprobación, pues ya yo lo aprobé en mi vida y es suficiente. Si uno busca tanta aprobación, es que quizá no esté muy seguro de lo que tiene y no es mi caso.
Si tuve que pasar por tanto, para encontrar al hombre de mi vida, digo que vale la pena. Les diría a mis hijas que tienen que pasar por cosas peores, pero que al final de la partida el triunfo hará olvidar todo lo pasado. Pero que no anden buscando entre las alcantarillas, a esa rata que creen las hará feliz. Tengan todos los que puedan, para que el definitivo haga la diferencia. Y si corren con suerte como mi amiga Lina que si encontró su príncipe azul a la primera vez, pues bien, de todas maneras ella se perdió vivir la diversidad masculina que es tan compleja y fascinante.

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