sábado, 5 de febrero de 2011

TU LOCURA

Gabriela  cerraba los ojos cada vez que pensaba en Camilo, las sensaciones que este señor le causaba eran indescriptibles, esta vez no quiso tocarse y se fue al supermercado a comprar algo para la cena. Como buena treintañera había tenido alguna que otra experiencia, no era una mujer evidente. En esos años de soledad había pensado cambiar un poco su manera de actuar con los hombres y con el resto de los seres humanos. Es cierto que todos teníamos decepciones, pero ella, quería experimentar la solución perfecta.
A pesar de haber tenido una infancia feliz, sus padres tenían fuertes peleas a causa de las infidelidades de su padre hacia su madre, cosa que eran frecuentes- y lo que jamás entendió- cómo estas eran perdonadas luego de un escalofriante lío que perturbaba sus mañanas sabatinas  terminando en una hermosa luna de miel.
Cómo alguien no se traumatiza así?- le decía a su amiga que también era su terapeuta
Gabriela quería poner fin a todo esto. Cuando anduvo de novia con Alex a los 18 años, vivió un episodio de celos horrible cuando lo descubrió con otra chica al verla en la propia casa de él acomodándose el vestido. Y así fue parte del “club de las cornudas de la cuadra”. Era común ver a los chicos estar con dos o más y luego  como si nada entrando a casa de sus suegros comerse la comida, hacerles mandados, mientras que en la noche se acostaban con la vecina, la mamá o la tía. Por eso cuando Gabriela se casó con Giovanni-su primer esposo- al pobre que si la amaba y si le era fiel, le montó cuernos: “Antes que me los monte a mí, prefiero ser yo la infiel”. Un día cocinaban juntos en su hermosa casa, ella le dijo que no importaba, que todos los hombres eran infieles, pero le advirtió que el día que él estuviera con otra, tenía que pensar que ella ya lo había hecho antes que él. Luego a los 3 años cuando se divorció y se prometió con  Felipe descubrió a los pocos meses, que él la engañaba con dos mujeres a la vez (pagué los dos cuernos que monté a Giovanni)
Se tomó un largo reposo y comenzó a escribir un libro sobre la infidelidad. Su madre le decía que había estudiado psicología para salvar el mundo, pero ese tema estaba aplazado, era algo que jamás se iba a remediar “es como tratar de explicar por qué las mujeres nos encanta hacer compras y gastar el dinero de la comida en un bello vestido” A pesar del consejo, ella seguía su búsqueda.
Camilo era un hombre muy discreto, amable y con mucho ingenio. Se conocieron en una fiesta a la cual ella no pensaba ir. Cuando se vieron no ocurrió nada en sus mentes, se tropezaron y él le echó el trago encima, ella se molestó al punto que casi le lanza una cachetada, pero luego al discutir un poco se dio cuenta que había sido su culpa, se excusó diciéndole al señor que ella estaba aburrida y estaba pensando en el último capítulo de su libro, por eso no lo vio cuando pasó. Él le ofreció algo para secarse, pero que se hallaba en su carro así que debía acompañarla y aparte quería ayudarla con su capítulo. Se rieron mucho con las locuras que él le planteaba y ella vio que a él le brillaban los ojos. Le comentó que le atraían las relaciones abiertas, pero que no había encontrado una persona que se adecuara a ese tipo de vida y que por lo contrario siempre atraía gente muy celosa y de mente muy cerrada, por  eso él no se había casado y estaba solo.
•          Sabes, algo- comenzó Gabriela- no encontré el remedio, creo que uno puede ser infiel siendo leal. El ser humano es un animal muy particular y creo que los cánones sociales nos han limitado nuestra naturaleza. El hombre puede ser leal, así le sea infiel a su pareja, cuando respeta a su pareja,  evitando engañarla y ella debe aprender a olvidar los prejuicios. Yo tengo un amigo que con su esposa mantienen una relación abierta, tienen relaciones por fuera y son muy felices. Deben estar muy claras las personas que inicien ese tipo de relaciones, no se deben involucrar más de lo normal y saber con quién se reúnen, no vaya ser que ocurra como la película, que la amante se creía la esposa y luego quiso matarlos a los dos.
Gabriela, entró al supermercado y se encontró con el vecino Alejandro que le había regalado unas flores en secreto en su cumpleaños el mes pasado, fantaseo un poco como era normal, esta vez fue en el ascensor y apretaba el cuerpo contra el suyo, sintiendo sus durezas por debajo de sus pantalones. “Es normal fantasear” le decía su mejor amiga que tenía 10 años más que ella. Se había permitido hacer eso, sobre todo porque Camilo le encantaba, quería imaginarse cosas con el vecino, además por su juventud era un chico muy despierto que la veía siempre con deseo. “Serían ideas mías?” No importaba, si le regalo esas flores el mes pasado… tal vez fue Camilo y firmó como él. Quién sabe...Cuando estaba por la sección de los víveres, ella sintió su perfume, él le sonrió discreto y la miro de arriba abajo “fue muy seco- dijo-“. Ahí mismo estaba su novia Fabiana con el carrito lleno de comida light, cereales, leche descremada y galletas integrales. Gabriela se vio el cauchito que sobre salía del blue jean, ese que a Camilo tanto le encanta morder y fue a comprar un pan integral y a dejar el queso amarillo en la vitrina para coger una ricotta sin sal. Olvidó el episodio pero antes, tenía que contarle a su marido lo que había sentido y de seguro él le preguntaría si se había excitado con su mirada…
En la noche, la cena estaba lista. Eran las nueve de la noche y estaba aún sola en casa. Tenía un poco de ansiedad por su marido y aunque había aprendido a dominar los celos, quería a su hombre de vuelta. Hace 4 horas se habían llamado y ella por supuesto le había contado el episodio en el supermercado, el muy gustoso le preguntó si le había gustado la mirada del joven en su blue jean que se le marcaba la entrepierna un poco, ella le describió lo que se imaginó luego que salieran del supermercado, él la estaba esperando en el ascensor,  le diría que su novia lo estaba esperando arriba con el mercado y que tenía tiempo de estar con ella un rato dentro del ascensor. Camilo se excito y le preguntó si ella estaba mojada, luego le dijo algunas palabras obscenas a su esposa y le ordenó que se tocara que quería oírla, él también estaría haciendo lo mismo en el baño de la oficina.
Luego trancaron la llamada y él le dijo que tenía un asunto pendiente que con todo el gusto llegaría a más tardar a las nueve, que la amaba mucho y que era muy feliz.
Gabriela se acomodó en el sillón a leer un rato libros técnicos sobre Freud y Jung, para plantearse  lo que daría en su clase de alumnos de pregrado en la universidad al día siguiente. De repente una curiosa puntada le dio en el corazón y se le aceleró. Siempre sentía a Camilo, antes que pisara la entrada de su casa, era como si su alma estuviera en su cuerpo y viceversa. Cuando se casaron prometieron contárselo todo, aprendieron a sentirse a comunicarse a través del pensamiento, a analizarlo todo sobre sus sensaciones tanto al comer cosas nuevas o al hacer el amor. Siempre andaban haciendo locuras que jamás ningún ser humano normal haría. Eran amigos y cómo unos adolescentes hacían travesuras en la calle, fingían ser desconocidos encontrarse en un bar y bailar toda la noche, tocarse como si fuera la primera vez y volver cada uno por su lado a la misma casa, ella en taxi y él en su carro, para luego devorarse sin piedad.  
Camilo entró con una botella de vino. “Amor, estoy súper cansado” podemos cenar y dormir? Ella estaba muy caliente y él lo sabía, cuando se llamaban y se tocaban a distancia Gabriela podía pasar todo el día excitada, pero no importaba, entendía a su marido y cuando ella tenía muchas ganas, ella sabía como convencerlo para que le hiciera acabar muchas veces. El marido le brillaban los ojos, la beso y la abrazó fuerte. Como si tuviera tiempo sin verla, como diciéndole: “eres la mejor de todas, no me abandones”. Gabriela que lo conocía tanto, sabía que había hecho, habían creado juntos códigos para entenderse mutuamente. Ella lo abrazó tras muchos te amos de parte de su marido, ella le preguntó:
·         Cómo era la chica?
·         hermosa, joven, estaba muy buena…
·         mmm.. pero?
·         Muy idiota.
Ambos rieron.
·         Cuéntame. Le gustó a ella.
·         Mucho,  a mi también. Me gustó mucho como me hizo el sexo oral.
·         No hables así, dime cómo te la chupo… así es que me gusta que me hables.
Y siguió describiéndole el episodio, veía como su esposo se emocionaba,  le había prometido grabar un video corto en su celular para enseñarle a su mujer como gritaba la chica. Eso excitó mucho a Gabriela, le pidió que no parara, mientras comían ella lo escuchaba y lo entrevistaba, él aún se sonrojaba, pero le encantaba cumplir las órdenes de ella. Luego al ver que ella no hacía nada y al percibir que lo estaba llevando a un estado máximo de locura, se levantó de la mesa la agarro por la mano casi a rastras y la tiró en el mueble de la sala “Me vas a matar con esa mirada que tienes, de cómo te gozas que me tire a otra mujer, estás loca”  “Amor, dijiste que estabas cansado, yo sólo pregunté” El le tapó la boca suavemente y se la besó, con muchos te amo intercalado. “Imagina que soy el vecino tonto ese que te mira, el que tú crees que te envía flores” Gabriela sonrió y le dijo que no quería imaginarse nada, que esta vez quien gobernaba su mente era él, su marido.  Se amaron ferozmente, luego terminaron en la cama cansados y al rato se quedaron dormidos. Al día siguiente no hablaron del asunto, como todos los casos eso moría el mismo día y pasaron una semana sin fantasear ni desear a nadie, pero no tardarían en repetir las locuras hasta las vacaciones. Esta vez sería en Paris.

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