viernes, 18 de diciembre de 2009

La Princesa que quería volar


Hacía ya bastante tiempo que Rosella no tenía sueños, sino pesadillas. Una mañana despertó y detestó repentinamente el lugar donde había pasado sus 18 años de vida. - Parece que a la niña la cambiaron por otra- decía Lady Desdemona, tutora y casi madre, que durante esos años la había educaado en lo que No era ahora.

Ese mismo año le tocaba recibir su Regalo Real y como parte de la tradición ella debía escoger el principal. Cada miembro de la familia le tocaba algo específico y eran las cosas que le tocaría usar al momento y después de recibir el trono. Su tía Amanda le tocó todo el Ajuar Real: vestidos, accesorios, zapatos, diademas, etc. A los miembros hombres, algunas joyas, libros, viajes, gastos de educación, entre otros. Al Rey le tocaría regalarle sólo lo que "ella pidiera" y casi siempre era el regalo más costoso o bien el más simbólico. Este regalo era SU CORONA.

18 años de vida- decía- y no sé como es el mundo. Rosella, pensaba que sus pesadillas eran soñar con las personas en sus casas reunidas, amantes desnudos contándose sus anécdotas del día por la noche, mujeres en el río lavando la ropa, los hombres sucios trabajando a pleno sol y comiendo en viandas que sus mujeres les llevaban envueltas en telas para conservar el calor, un niño jugando con su cuerda de saltar, una anciana contando cuentos alrededor de una fogata o una gitana bailando frente al mar con monedas de oro colgada en sus caderas. Cada noche temblaba de miedo pensar que volvería a soñar con esas cosas desconocidas, pero que en el fondo le asustaban mas por la idea de no alcanzarlas que por lo distinto a los parámetros inculcados durante su existencia. Durante esos meses su Tía había llamado a los mejores especialistas, en total Secreto Real, para tratar su caso y sólo concluyeron en que era nervios y estres pre-coronación.

Muy sabiamente, Lady Desdémona, la envió unos días a la Villa de los Jornaleros, para que tomara aire puro, se alejara de las presiones del Castillo y conociera otras formas de vida. Allí entendió por supuesto que sus pesadillas no eran terroríficas o no eran malas como le hacía ver su familia. Llegó a la estancia y se acomodó en su habitación, que por insistencia casi enfermiza, Rosella pidió que fuera la más pequeña- aun así tenía 10 metros menos que su habitación del Castillo-. Reposo un rato, se puso ropa sencilla y salió a caminar, no sin antes decirle a sus cuidadores reales que la dejaran sola con los empleados de la Villa y su gato Gunter.

Se quitó los zapatos y sintió la hierba húmeda en sus pies, cosa que la excitó enormemente. Caminó por la parte de atrás del jardín y divisó una pequeña casa -tan pequeña como una cocina de un castillo- y vio su primer sueño: era una fiesta en donde la gente humilde comía, bebía y danzaba una melodía muy alegre tocados por instrumentos rudimentarios. El primer impacto la asustó pero aunque quiso entrar, se dedicó a escuchar todo lo que hablaban y sobre a sentir todo los olores de la leña y la bebida derramada en el piso. Luego huyó cuando un joven la descubrió mirando por la ventana y se fue a un establo que quedaba a 15 metros de la casa. Se metió dentro y descubrió a los amantes, fumando y conversando con risas a la luz de las velas y sin ropa. Ya estana oscuro y se metió en su casa a descansar. Esa noche decidió no bañarse.

Al otro día, desayunó con los empleados y les pidió que conversaran como si ella no estuviera alli, quería aprender de ellos, sus gestos, sus risas, sus maneras. Al terminar su desayuno siguió a una mujer al río, y vio como se encontraban con otras mujeres que cargaban cada una una cesta de ropa que irían a lavar y mientras lo hacían cantaban hermosas canciones a coro, las cuales, no se llegó a aprender. Era su segundo sueño. Una de ellas calló y se levantó azorada y Rosella por supuesto también la siguió. La campesina se quito el delantal y sacó un saquito, le llevó la vianda a su marido que trabajaba en el campo, esperó a que el comiera, le dio de beber vino y el cariñosamente le dio un beso en la frente y una nalgada, ella mostrando su escasa dentadura sonrió y se sobó el trasero, mientras se iba.

Pasó la noche y se fue al pueblo donde había un camino hacia la playa. En la arena un anciana contaba cuentos en la fogata, cosa que la hizo llorar. No se imaginaba las cosas increíblemente hermosas y sencillas pueden rodear la vida de un ser humano... la música comenzó a sonar y la gente sin saber quien era Rosella la invitó a danzar. Un guapo gitano le colocó un caderín con monedas y la sacó a bailar... No había bailado ninguna melodía tan rápida, aun así supo darle a los pasos y siguió bailando hasta que amaneció... De repente sintió en su nariz un pañuelo olor muy fuerte y calló inconsciente.

Cuando despertó estaba en medio de una cama enorme en su habitación y las nodrizas comentando- "Fue una desgracia lo que le sucedió a Milady, su cabeza rodó..."-"... a mi me parece que fue una mala idea, las princesas deben estar aquí... en su sitio..." - "... Pero lo de la fogata fue la gota que rebozó el vaso... " "Y que le dirán a todos...?" - "..Va ser imposible quitarle esas ideas a la pobrecita..." -Esta corrompida... conoció el mundo..." - "Pero la desterraran?- "No, sólo la darán por loca y se acabó"- " Es decir, no la podrán coronar...."- "A menos que le pida al Rey como Regalo Real, su CORONA, asi demostrará que se le olvidó lo demás". "Pobrecita Rosella"- "Ojala reaccione"

Sin dedicatoria





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