Lucía, salió al día siguiente de su casa. Había puesto los crisantemos en un jarrón que había encontrado en una tienda de antiguedades. Tenía un mensaje de su madre que hace muchos meses no le dirigía la palabra- Ayer soñé con tu padre Lucía. Primera vez que ocurre y debe ser una señal... se que hace más de 10 años te prohibí acudir a las señales del más allá, me negué a creerlo por miedo a condenarme en las llamas de satán. Pero necesito enviarte algo a tu casa-
Cerró la tapa de su celular y con recelo, tiró el pobre aparato sobre la cama y se fué. No quería pensar en eso. Primero el sueño, luego el mensaje. -¿Por qué ahora despues de tanto tiempo su madre, le habló de ese sueño con su papá?- Definitivamente pensó que él poder de la magia era más grande que cualquier odio y cualquier resentimiento humano- Pero por que pensó todo aquello? Sentía que estaba recibiendo información de algún lugar... jamás pensó que la magia ni los mensajes oníricos fueran reales. Estaban originandose cosas extrañas en su vida, pero no quería si quiera hacerle caso a las locuras de su madre, que gracias a Dios se encontraba lejos de ella.
Su rabia hacía Isabel, venía de años. No recuerda bien el momento en que empezó a sentir ese deseo interno de soñar y jamás despertar, para estar con su padre. Subió las escaleras del deposito de la casa y escondió el cuaderno debajo de unas cajas. Ya llevaba más de cien sueños descritos, algunas conversaciones con maestros internos- luego ella los llamaría así, por ahora eran solo "seres"- Esa casa había sido la primera casa de Isabel y Adonis en sus primeros días de noviazgo. En ese ático estaba una habitación muy misteriosa, donde Adonis, cada cierto tiempo subía y pasaba la noche... Isabel sabía que no dormirían juntos, cuando comenzaba a oler aromas extraños de saumerio, otros más fuertes que otro y otros un poco más agradables. El pachouli, era el que hacía vomitar cuando Lucía estaba en su barriga. La joven enamorada de Adonis, soportó todo o casi todo durante los primeros años. Respetaba la religión de su esposo, y ella por su parte acudia a la iglesia los domingos. Se mudaron de allí luego que Isabel soñó que su hija se alejaría de ella... Y que un ángel le había dicho que era en esa casa dónde encontraría el secreto de su próximo camino- Isabel pensó que si tal camino sería el culpable ella tendría que irse de la casa. Pero lo que no sabía era que la fuerza de la naturaleza era aún más poderosa que el pensamiento humano y despues de tantos años ellas volverían.
Uno de los documentos que tenía el sobre aparte del dinero y la cadena con el pentáculo, era el título de propiedad de la Casa de la Montaña. Isabel, no tuvo más remedio que regresar, pero antes limpió y santifico aquel lugar.
El ático, aún conservaba un olor a humo, madera, flores y vela. Por alguna razón Lucía no quiso guardar su Libro de las Sueños con sus otros libros, sabía que era algo muy de ella y no quería que su madre se entera de su mundo oculto, que cada vez se hacía más extenso y más complejo. Su padre dejó de aparecer por un tiempo diciéndole solamente- Arriba sobre tu cuarto está el símbolo, busca el collar dentro del agujero y une las estrellas- Difícil imagen para que una niña de diez años, pudiera resolver. Su padre la había dejado sola, se sentía desvalida. Lloró hasta el amanecer, con los ojos hinchados casi no veía su alrededor, estaban llenos de sal y todo era como más luminoso. Era domingo, su madre la había dejado dormir y no la despertó para que la acompañase a la misa. Ahora qué haría- Se preparó un pan de centeno con queso, tomó café negro que su mamá dejo hecho- y que a veces a escondidas de ella tomaba frío- y se paró frente a las escaleras del lavandero viendo hacia arriba. Dónde quedaba el depósito. Recordó las palabras de su padre, las anotó y subió a esconder de nuevo el libro...
Se sento hacia el este y visualizó la estrella, prendió una vela y trató de acordarse de la figura del collar que guardo en su muñeca con la mano dibujo en el aire la estrella de cinco puntas y luego la encerró en un círculo. La vela reflejaba la sombra en la pared, fue hacía la derecha - en deosil- y busco en la pared algún dibujo, tocó a pared- cada movimiento era instintivo, cerró la mano, luego se dirigió al oeste prendió otra vela para distinguir el espacio en medio de la oscuridad y vió una caja y dentro un saumerio. Lo olió y comprobó que era el mismo olor que el ático o depósito había tenido desde años. Luego lo prendió y se dirigió hacía el sur y prendió la utlima vela- Sin querer cada movimiento la había llevado a levantar su propio templo- No sabía si sería la ultima vez que subiera a ese maravilloso sitio, que no la asustaba, sentía a su padre cerca. Quería por ultima vez impregnar el lugar con el incienso, y cerró su círculo sagrado, esta vez también sin querer, estaba comenzando su primer Ritual Pagano...
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